viernes, 25 de noviembre de 2011

LAS FANTASÍAS DE BOHIGAS (O LAS MENTIRAS PUBLICITARIAS DE LOS CATALANES)

Vaya por delante que soy amigo de Oriol Bohigas, que tiene ya ochenta y muchos años, y que espero que, con el buen humor y el sentido innato de la polémica que tiene, lo que dejo aquí escrito no le moleste, de llegar a conocerlo. (Lo que, supongo, no ocurrirá).

El caso es que un amigo (confieso que hablo de oídas) me habló el otro día de unas declaraciones de Oriol Bohígas en las que decía que Coderch había sido el mejor arquitecto de España (se entiende que del siglo XX), pero que como mentalidad e ideología parecía madrileño, pues era franquista y de extrema derecha.

Y yo, al saberlo, he pensado que (como en el último parte de la guerra civil de los franquistas, Alberto Reig dixit) todo es mentira. Ni Coderch era el mejor arquitecto de España ni ideológicamente era como de Madrid. Todo es publicidad catalana, asunto en el que Bohigas es gran experto y principal cultivador.

Creo honestamente que Coderch no es el mejor arquitecto de España en el siglo XX, si es que esta definición tuviera algún sentido. De buscar uno, los mejores habrían sido Alejandro de la Sota o Francisco Javier Sáenz de Oíza. Ninguno de los dos era de Madrid, Sota de Pontevedra y Oíza de Navarra, pero los dos se afincaron aquí. Coderch era uno de los buenos, pero creo firmemente que estos dos le superaron (repito, si hablar de una competencia tal tuviera sentido) y posiblemente también Fisac. A Coderch hay que ponerle en una lista larga de los mejores, desde luego, en la que están también Sota, Oíza, Fisac, Cabrero, Fernández del Amo, José Antonio Corrales y Ramón Vázquez Molezún. O sea, ocho, dos naturales de Madrid, cinco que estudiaron y se afincaron aquí y uno de Barcelona. (Goleada, contraria totalmente a la publicidad catalana).

Conozco muy bien la arquitectura de Coderch. Incluso le conocí a él mismo, pues me encargué (con Javier Ortega y al final de los 70) de hacer un libro para la editorial Xarait (en Madrid) sobre su obra. De aquella pensé mucho en su arquitectura y escribí un artículo, que introduce el libro, y que puede ser consultado. Fue ésta la primera monografía de Coderch, hecha por una editorial madrileña (dirigida por un señor de Santander).

Coderch era buen arquitecto, pero no el mejor. Incluso puede decirse que nunca se midió con los grandes temas, ni siquiera con temas diferentes de la vivienda y de oficinas. Ni fue tan refinado y exquisito como de la Sota, ni fue tan brillante o tan intenso como Sáenz de Oíza. Tampoco fue tan original y creativo como Fisac, un manchego. Coderch fue incluso un poco provinciano. Un arquitecto de provincias, lujoso, pero de provincias; de una ciudad provincial muy buena y lujosa, como es Barcelona. (No se escandalicen; yo pienso que Alvar Aalto fue un arquitecto de provincias, pues Helsinki es una ciudad que no llega en importancia ni a Valencia, siquiera; la diferencia fundamental es que, a pesar de ello, fue un genio, que trascendió por completo su situación y sus circunstancias. Y no es éste el caso.)

Sus temas fueron, sobre todo, la vivienda unifamiliar, y además para burgueses (para burguesones), una de las peores clientelas posibles. Están bien, desde luego, incluso frecuentemente muy bien, pero nunca alcanzó cotas realmente extraordinarias, ni siquiera en la celebrada Casa Ugalde. En la mayoría de las otras abusó muchísimo de recursos un poco tontos como los dientes de sierra, y se copió también mucho a sí mismo. Es decir, nunca atisbó siquiera las excelencias (simplemente en cuanto a las casas unifamiliares) de Wright, de la Villa Savoye o de la Villa Mairea, pongamos por diversos arquetipos. (Pienso en cambio que Sota u Oíza si que atisbaron algunas veces la genialidad de los maestros, en otros temas).

Una de sus obras más importantes (quizá la que más) fue en Madrid, el edificio de viviendas llamaso "Girasol", en el que se propuso agredir (un poco tontamente) las condiciones del ensanche madrileño y que probablemente no hubiera sido permitido en el barcelonés, (esto es, en el sacrosanto "eixample" del mitificado ingeniero de caminos impuesto por el gobierno central). La vivienda tipo del Girasol es muy interesante y lograda, desde luego, y cumple con creces el intento de Coderch de hacer una vivienda de gran programa sobre un fondo edificado de 30m. y sin patios interiores, aunque con patios a fachada.

Pero cuando la serie (un poco tontamente oblicua, gesto puramente estético y que tan sólo se percibe en planta) llega al final, esto es, a la esquina, el edificio se remata con una planta muy vulgar y una fachada deficiente, indigna de la calle de Ortega y Gasset, que es la principal. La planimetría de Coderch ignora la esquina; o, dicho de otro modo, no sabe resolverla, si no es de forma simplona. Y aunque sale bastante airoso en la fachada a Lagasca, que cuenta con los grandes voladizos y los patios para resolver el volumen, fracasa por completo en la fachada principal. Un edificio convencional, como es el de Ruiz de la Prada, que está justamente enfrente, le da una verdadera lección. Una lección urbana, que es lo que él no acepta ni sabe.

Pero hay más. Coderch (que odiaba visceralmente a Le Corbusier, como a tantas otras cosas), admiraba sin embargo a Wright, a quien imitaba, como hace de hecho en el Girasol, cuya imagen es un trasunto de proyectos como el de St Mark (1929), el de los apartamentos para Chicago (1930) y el del Crystal Heights Hotel (Washington, 1940). Pero en otras cosas no sabe seguirle. Wright, como gran "organicista", ambicionaba fundir forma y estructura, lograr que constituyeran, casi, una identidad (cuestión que está por ejemplo, y también a imitación del maestro estadounidense, en las importantes obras de Sáenz de Oíza de Torres Blancas y del Banco de Bilbao). Pero, en cambio, Coderch ignora por completo esta importante cuestión, a pesar de querer alinearse con la arquitectura orgánica.

Así, en el Girasol, aparecen rasgos murales que aluden al sistema constructivo de los muros de carga, pero de ello no hay nada. La estructura es una estructura metálica convencional y vulgar, que alguien ha colocado donde ha podido para construir la casa en forma ordinaria. Esto es lo que es profesionalmente provinciano. Coderch, a pesar de su tremenda soberbia, hace lo mismo que sus compañeros más vulgares: le da las plantas a un especialista en cálculo, que le propone la colocación de los soportes en sitios en que no estorben su disposiciñon en planta. Del pensamiento wrightiano no queda nada; en realidad, ni lo conocía.

Uno de sus amigos madrileños, Francisco de Asís Cabrero le dió una lección de primer orden en el gran edificio de la Delegación Nacional de Sindicatos (hoy Mimnisterio de Sanidad, con otro de sus amigos, Rafael de Aburto), como se comprueba viendo el proyecto para el concurso que hizo Coderch (puede verse en mi libro), algo perplejo entre una solución a lo Perret o a lo Terragni (¿los conocía? ¡Qué va! Incluso presumía de su ignorancia), y que no sabe interpretar bien el lugar en el que actúa, al menos ni se acercó siquiera a los aciertos urbanos del brillante ejercicio de Cabraro y Aburto. Puede decirse lo contrario, por supuesto, como ya lo hizo hace años un sedicente crítico castellonense afincado en Barcelona, pero ello no sería más que una falsedad típicamente catalana.

Lo cierto es que si acordáramos que Coderch es el arquitecto español más importante del siglo XX, no estaríamos haciendo potra cosa que rebajar la calidad de la arquitectura de nuestro país en ese período. Afortunadamente no es así, e incluso una polémica tal no tendría sentido si no conviniera salir al paso de tanta superficialidad.

En cuanto a la otra cuestión, la del franquismo, no merece ni la pena de ser atendida. El franquismo era algo gallego, ¿no?. Y como tal cosa periférica interesaría más a Barcelona que a Madrid. Desde luego Barcelona carece del heroico historial republicano de Madrid defendiéndose del ataque de los franquistas durante toda la guerra civil. Y después de ella, Cataluña y Barcelona fueron tan franquistas como en todas partes, o más en que todas. Además, los burguesones catalanes que encargaban sus grandes chalets a Coderch, ¿qué eran, si no franquistas? Me juego el cuello a que decían algo así como: "Oye, vamos a encargar la casa a ese arquitecto que es tan bueno y que además es de derechas, como Dios manda". De derechas; o, mejor, dicho, de extrema derecha. O sea, como ellos.



Lean mis libros, por favor. (La soledad del escritor o publicidad manifiesta)

Los investigadores sólo tenemos las ediciones, artículos o libros, para difundir nuestros estudios. (Aunque también las clases, desde luego). Y nunca sabemos, realmente, cuanto se difunden. ¿Alguien lee? ¿Alguien compra? Lo primero es imposible de saber, aunque es de sospechar que casi nadie lee, incluso aunque compren. Cuando alguien nos dice que nos ha leído, nos da un vuelco al corazón. ¡Alguien me lee! ¡Alguien comparte conmigo el conocimiento con el que tanto he gozado y en el que tan solitario me he sentido!

Pero lo segundo ya se sabe, al menos ahora: con la crisis ya nadie compra, y mucho menos libros de arquitectura. He publicado dos libros con una editorial de Barcelona, que forman una trilogía, pero al querer darles el tercero (que ya tengo escrito) me han dicho: "Mira, el primer libro se vendió muy bien, pero el segundo fatal. No te pongas triste, porque no es tu culpa, ahora no se vende nada. Así que para el tercero hay que esperar".

O sea, que tengo un libro colgado y sin publicar, aunque la editorial ha prometido que lo hará algún día. Pero, además, un tema escrito en un artículo, me interesó más y lo convertí en un libro corto. Lo tenía por ahí desde hace casi dos años, así que voy dos libros por delante de las editoriales. Bien es verdad que para este segundo una editorial a la que se lo he propuesto me ha dicho que sí, pero en edición digital, y sólo impreso bajo demanda explícita. O sea, todo muy moderno, pero que no sabes bien lo que significa. Tendré que plegarme ante la modernidad, como ya hemos hecho todos ante tantas cosas.

Ahora estoy escribiendo un libro nuevo, "Londres, ciudad disfrazada", producto de mi estancia allí como investigador en el curso pasado. No sé quien me lo publicará, sobre todo en inglés (¡Ay!), que sería lo lógico. Lo escribo con satisfacción, pero también con un poco de muermo, tal y como están las cosas.

Pero todo este prólogo es para preparar la publicidad, verdadero objeto de este texto. ¡Léanme, por favor! No les pido que me compren, sino que me lean. Con los libros no se gana dinero; con las ventas se satisface a la editorial para que te vuelva a publicar, y girar así en el círculo vicioso. Les pido que lean mis libros, que están en bastantes bibliotecas. Es verdad que los temas de arquitectura son minoritarios, pero también les digo que son libros entretenidos de leer, al menos para el que tenga algo de interés en el tema. Les pido que me lean para combatir la terible soledad del escritor. Se escribe para alguien y es así necesario que alguien (los más posibles) te lean.

La publicidad verdadera empieza ahora. Tengo 5 libros en el mercado. El de "Metamorfosis de monumentos y teorías de la restauración", que es de 1988, pero del que se ha hecho una segunda edición ampliada, es de "Alianza Forma", colección de Alianza Editorial. No me puedo quejar con este libro, porque ha sido muy difundido, se ha convertido, casi, en un clásico. Pero espero que siga con vida propia en esta segunda edición. A pesar de ser especializado, es mucho más amplio que otros de arquitectura. Si el tema de la restauración y sus ambiguedades, y los cambios de la arquitectura en el tiempo, les interesa, no les defraudará.

Otro es el libro sobre "Alvar Aalto, proyecto y método", de editorial Akal, ya de 1999, pero con reimpresión nueva de hace poco. A quien -como a mí- le interese la obra del gran maestro finlandés, le prometo que mi explicación de ella le va a interesar. Para mí fue un reto entenderla verdaderamente y lograr trasmitirla con interés.

Otro es el libro "Las formas ilusorias en la arquitectura moderna", editado por Tanais, y que quizá sea para mí el principal orgullo, ya que se trata de un tema completamente original, que nadie había observado. Se trata de como los grandes arquitectos modernos acudieron a las "ilusiones" (es decir, a cosas imaginadas que no existen en realidad, fisíca y materialmente hablando) para inventar la nueva arquitectura y como esto se relaciona con las figuras del lenguaje poético y literario. Creo que el libro se lee con placer, casi como una novela.

Otro es el de "La arquitectura compuesta por partes", editado por Gustavo Gilí, y segunda parte de la trilogía iniciada por "La arquitectura del patio", libro ahora agotado. Este libro, como el anterior, es una lectura de un método, el de la composición por partes o elementos, que arranca de Palladio y llega hasta los modernos. Creo que tampoco decepciona y que trata un tema muy poco o nada estudiado. Se me olvidaba: estos dos libros se han publicado también por GG en edición digital.

El quinto libro es una recopilación de artículos, "Lecciones de Arquitectura Moderna", editado por Nabuko, que es una editorial de Buenos Aires. Son artículos de arquitectura de los maestros, de arquitectura española y de temas teóricos, muy diversos. Tiene el interés de ser ensayos cortos que pueden leerse con independencia, y que rescatan lo disperso por revistas varias.

Aunque todavía hay un sexto, pero que no ha salido aún. El que se llamará "La arquitectura como Arte impuro", que editará la Fundación Caja de Arquitectos, y que se publicará digital e impreso sólo a demanda explícita. Trata de como reaccionan los arquitectos ante la realidad de que los edificios han de responder a muchos requisitos que muchas veces son incompatibles entre sí. Creo que es un texto interesante, avanzado por un artículo del mismo título que se publicó en la revista Iluminaciones.

Esto es todo. ¡Léanme, por favor! ¿Y si compro?, podría decir alguien. Bueno, pues eso es como el chiste: le preguntaron a un escritor ¿a usted que es lo que más le gusta en esta vida? ¿A mí?, que lean mis libros sin comprarlos. ¿Y si los compran? Hombre, si además los compran, entonces yaaaaaa,... (cara de gran placer).

Pues eso. Y gracias.

jueves, 17 de noviembre de 2011

RAJOY, REGISTRADOR OCULTO, O LAS MENTIRAS DE UN PRESIDENTE DERECHISTA

Rajoy acusa constantemente de mentir a sus enemigos políticos, en palabras vergonzosas e insultantes, propias de un maleducado. Sobre todo si, como es el caso, es él quien miente como inveterada costumbre; miente más que habla, y está rodeado de conocidos mentirosos. ¿Les suenan Aznar, Trillo, Cospedal, Rato, Aguirre...? ¿Recordamos más? Porque hay muchos... Los políticos del PP siempre acusan a los demás con los defectos que ellos tienen. Fíjense y verán como es siempre así. Y con la mentira lo hacen a menudo, sobre todo Rajoy, de forma constante, maleducada, insultante y cínica.

Pero no hace falta que me crean a mí, crean a los hechos. A hechos tales como los desvelados hoy mismo en El País por Miguel Ángel Aguilar. Por lo menos hay un buen periodista en España, no sé si más de uno. Aguilar cuenta hoy que en la página Webb del Congreso donde los diputados han declarado sus bienes y otros datos, Rajoy no ha puesto en el apartado correspondiente, que ha dejado en blanco, que es Registrador de la Propiedad con plaza en Santa Pola, Alicante. (Véase donde fue el gallego, bien lejos, buscando la pasta gansa). Está en excedencia especial, desde 1990, porque antes (como desvela Aguilar) compatibilizaba el registro con el acta de diputado. Luego evitó eso y arrendó el registro. La prensa dijo, hace ya años, que cobraba por el arrendamiento más de 200.000 euros al año. ¡Qué hombre tan admirable!

La existencia de los registradores de la propiedad es una verdadera verguenza, que solo existe en España, y que no se quita porque la mayoría de los políticos son abogados y no quieren herir a sus colegas quitándoles un importante chollo. Es una verguenza la existencia de este sistema, pero es más verguenza todavía, mucha más verguenza, que el político que aspira a gobernar el Estado presentándose a las próximas elecciones como cabeza del partido derechista sea registrador de la propiedad y tenga arrendado el registro por una pastizara.

Y que, además no lo declare. ¿Por qué oculta Rajoy su condición de registrador de la propiedad en excedencia especial, si esto no es ni incompatible ni delictivo? ¿Se ha vuelto sensible a que la naturaleza actual de los registradores de la propiedad es impresentable? ¡No! Se tratará, probablemente, de que, ahora, y después de que se supiera lo del arriendo por la prensa, habrá hecho figurar a otra persona en dicho arrendamiento para ocultarlo. Porque a ese ingreso, desde luego, no habrá renunciado. Así puede tapar ese ingreso, tal y como parece que ha hecho, y ya no estará a su nombre. Como ser registrador, con excedencia especial, no es incompatible, si no declara su condición esconde el ingreso con tapa doble. Un ingreso enorme que ha tapado con un testaferro (¿su mujer?) y con la ocultación de su sabrosa carrera. ¡Gran político!

Ingenioso, ¿verdad?. Pero se lo hemos descubierto. Si este tipo llega a Presidente del Gobierno será el llanto y el crujir de dientes. No sólo porque es como demuestra lo relatado. También por otra cosa más grave: es un inútil, no es más que compañero de viaje de lo más idiota del empresariado y de los negocios.


P.D. Un desconocido personaje (la gente no se identifica), en un comentario, dice que los registradores son maravillosos: que no existen sólo en España, que para llegar a ello estudian una barbaridad, que funcionan estupendamente y que no gastan dinero de los presupuestos del estado. ¡Fantástica defensa! Que no existan sólo en España no significa nada; la condición antisocial e injusta del registrador continua igual si los hay en otros países, pero habría que ver como son en esos sitios. Los registradores son unos funcionarios que efectivamente no cobran de los presupuestos del Estado porque tienen una extraña concesión, propia de siglos pasados, por la que cobran directamente de los usuarios, que al pagar, generalmente cifras elevadas, se encuentran con que no se trata de impuestos, sino de "aranceles", honorarios del registrador. Intentar vender como bueno que no cobren del Estado pertenece, señor comunicador, al pensamiento que llaman "neo-liberal", pero que en mi pueblo traducimos como "extrema derecha".

El público no necesita para nada a los registradores, se obliga a utilizarlos para muchas y determinadas cosas. Y además son territoriales, lo que completa que la clientela sea una clientela cautiva. Los notarios, al menos, no son territoriales, puedes ir a cualquiera, aunque la obligación de ir a un notario es tan abusiva o más que la de los registradores.

Dice que se preparan mucho y que tardan muichos años en serlo. Este argumento es realmente fantástico. Vamos a ver, señor mío, los registradores son licenciados en derecho, una carrera fácil y a la que se accede con un 5 en la selectividad. Después de 4 años mal contados, se acaba. Si van a jueces, son jueces antes de que un arquitecto logre acabar la carrera, pero como en notarías y en registro se gana muchísimo, pues está muy lleno. Por eso tardan tanto, y no por otra cosa.

Y dice que atienden muy eficazmente, o algo así. Pues estaría bonito que después de tener una clientela cautiva y de cobrar una pasta gansa, encima funcionaran mal. !Habrase visto!

El querido presidente Rajoy, rey de la mentira, tiene alquilado su registro a otro. Es decir, está permitido que saquen una plaza, la tengan "en propiedad", y ni siquiera la ejerzan, si no que pueden arrendarla. Es el colmo del privilegio y de la sirvengonzonería, y es lo que Rajoy hace. Cobra -o cobraba- más de 200.000 euros al año, la prensa dio la noticia, con lo que se puede usted imaginar lo que saca el arrendador, una tontería, cuando menos 500.000 al año, tirando por lo bajo.

Sí, es estupendo y maravilloso ser registrador. Efectivamente, es estupendo serlo. Es por lo que propongo una reforma muy simple: que puedan presentarse a las oposiciones de registrador todos los licenciados universitarios. Que no sea un siniestro coto de los abogados. Ahí queda eso.

(Por cierto, el oculto comunicador me insulta, como pueden ustedes comprobar, pero, naturalmente, no da la cara.)