miércoles, 6 de enero de 2010

La patria antes que las ideas, una miserable ocurrencia

Leí hace poco en un periódico que los miembros del PSC (Partido Socialista Catalán), no sé si todos, lo escribían como "psC", indicando así, con minúsculas y mayúscula, que para ellos era más importante lo de "CATALÁN" que lo de "partido socialista". No sé si en el mismo periódico, pero sí en los mismos días, leí también que el Presidente de La Rioja decía, a propósito de no sé qué conflicto, que antes era de La Rioja que del PP.

Todo esto parece muy razonable: la patria (aunque sea la patria chica; o la enorme, perdón a los catalanes) antes que el partido.

Quizá a muchos esto les parezca muy razonable. Antes la patria (¡por favor!) que los partidos (¡qué asco!). Pero a mí no. A mí me parece una verdadera aberración, una verdadera muestra de la miserable mentalidad de nuestros días.
Anteponer una "patria" (¿qué puñeta es eso?) a las ideas es propio de miserables. O sea que ustedes, los socialistas catalanes, ¿son antes catalanes que socialistas? ¿Anteponen los supuestos intereses de Cataluña a sus ideas; esto es, a la democracia, a la justicia fiscal, a la solidaridad, a los derechos humanos, a la igualdad de oportunidades, a....? ¿Es eso así, verdaderamente? Pues son ustedes unos verdaderos mierdas, y si son diputados o cualquiera que sea el cargo político, son ustedes indignos de él y deberían de dimitir inmediatamente.

¿Qué cosa es la patria, cualquier patria? ¿Alguien lo sabe? ¿Alguien sabe qué cosa sea Cataluña o La Rioja? ¿Alguien sabe qué cosa sea España, Madrid o Asturias, por citar aquellas supuestas patrias que a mí me corresponden? ¿Alguien sabe explicar que sean estas cosas más allá de circunscripciones administrativas? Sólo recuerdo bien la idea de patria a través de el franquismo. Recuerdo muy bien como la Patria era una idea de mierda, impuesta y reconocida sin embargo como maravillosa por el régimen del sangriento y enano dictador. Los patriotas, lo recuerdo muy bien, eran los fascistas. ¿Han cambiado ahora las patrias y los patriotas? Las patrias y los patriotas ¿han sido reciclados y reconocidos por la democracia? Mucho me temo que no, aunque tantos crean que sí, y que las patrias y los patriotas se siguen refiriendo a la miserable costumbre humana de glorificar y defender lo suyo, lo que corresponde a la maldita circunscripción administrativa en la que han nacido o viven, y a la defensa de sus derechos y de sus privilegios por encima de los exteriores a la raya regional (o nacional, o imperial, según se prefiera).

Yo, personalmente, me cisco en todas las patrias, las mías y las de los demás. Y proclamo mi absoluto desinterés por la supuesta fortuna colectiva de los que viven dentro de una marca administrativa. Pues dentro de las marcas administrativas viven toda clase de personas, y yo no me identifico, en absoluto y en nada, con los intereses de los que comparten conmigo una circunscripción política. Y niego cualquiera que sea la identidad de aquello que se encierre dentro de cualquier marca administrativa. A no ser que sea una identidad miserable, una identidad inventada y blandida al modo de espada precisamente para justificar derechos y ventajas frente a los de fuera de la línea.

Valga el ejemplo de Cataluña. Defender Cataluña antes que las ideas socialistas ¿qué es? Yo mismo contestaré: es defender -no sólo también, sino preferentemente- a lo peor que contiene esa región/nación/imperio (elíjase lo que interese) dentro de sus marcas; esto es, a los ladrones, a los negociantes abusivos, a los evasores de impuestos, a los políticos defraudadores, especies estas, entre otras, que, por cierto, abundan bastante en Cataluña, como vemos constantemente por la prensa. Es decir, a toda la mierda del país, a toda ella incluida. Ser socialista supone, o debería suponer, por el contrario, ignorar las marcas, cualquiera que fuesen éstas. Así que los del psC ya pueden ir inventándose un partido de extrema derecha catalana donde defender sus miserables ideas naconalistas, ya que reconocen las socialistas como secundarias. O, quizá, y en un alarde de equilibrio, compatibilizarlas en un partido nacionalista y socialista (¿A qué me suena esto?).

No sé cual es la identidad catalana, si hacemos excepción de un rasgo muy destacado, la capacidad de propaganda. Cataluña es, para todos estos señores, un lugar perfecto sin mácula alguna. Barcelona es el paradigma de la ciudad, la ciudad mejor y más bella del mundo, sin defecto alguno. Todo aquello que es catalán es, por definición, perfecto. Es una seña de identidad que, al parecer, les ha sido reconocida por la Providencia. Por eso Cataluña y Barcelona están llenas, repletas, de turistas. ¡Pobres turistas, tan aburridos, tirados por aceras y terazas! ¿Qué harán en Barcelona, una vez que han visto el mar, Gaudí, el barrio gótico y el museo Picasso? Lo mejor que harían sería coger un tren para Madrid -verdaderos museos y ciudad igual o mejor-, Andalucía -bellísimas ciudades, catedrales renacentistas- las provincias -perdón, Comunidades- cantábricas -el más bello paiaje de España, la mejor gastronomía-, pues en Barcelona poco más hay que hacer, salvo intentar comer por un precio que no sea abusivo y mirar escaparates. Barcelona es muy buena ciudad, pero ahora es sobre todo un mito que se sostiene con la fe o la ingenuidad; o ambas cosas. Un mito que se ha montado y se sostiene con la propaganda.

Pero no sigamos. Baste acabar con los gritos de ritual: ¡Abajo España, Madrid y Asturias! (mis patrias). ¡Abajo Cataluña, el País Vasco, Galicia y Andalucía! (Las patrias de los demás que son más nombradas; esto es, hasta el hastío). ¡Abajo todas las demás regiones españolas y las naciones y patrias del mundo! Y sólo un grito final: ¡Barcelona, fea!

Vale.

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