AGUA POR NARANJAS
La incontinencia verbal de Esperanza Aguirre –que todos los días, por fortuna, le hace tanto perder votos como ganar el infierno- tiene una de sus últimas perlas en la guerra del agua. “El agua de España para los españoles”, viene a decir la Aguirre para convencer que el agua del Tajo ha de ir a Valencia y Murcia.
No ocultaré que la verdad que pudiera encerrar el supuesto postulado se me puso en duda, en primer lugar e inmediatamente, por proceder de la Aguirre, reina y fuente de toda mentira, pero a poco que se piense la aseveración se revela igualmente como sólo ideológica y absolutamente falsa.
¿Qué es lo que nos puede llevar a pensar que el agua es un tema estatal? El agua que cae dentro del territorio español ¿es española y, además, de toda España? ¿Por qué? En primer lugar está bien claro que no es sólo española, pues muy concretamente el agua del Tajo es además portuguesa, como también la del Duero e incluso la del Guadiana. El pleito entre Castilla-La Mancha y Valencia y Murcia tendría que ventilarse, en todo caso, con Extremadura y con Portugal, y si el agua de España es para los españoles, con el resto de España.
Pero, además, creer que el agua de un territorio estatal es para ese Estado y para todo él no es otra cosa que una superstición nacionalista. ¿Por qué para los españoles y no para los europeos, o para toda la humanidad? ¿Y por qué para todo él? Que el agua de un estado se quede en él es una cuestión de poder, no una cuestión de derecho. Y, además, en el caso de España siempre hay que tener en cuenta a los portugueses. Y que al agua de un estado se reparta no tiene mayor lógica que el repartir cualquier otra cosa. ¿Qué les parecería que las regiones cantábricas reclamaran a Valencia y Murcia el sol que les falta? Bonita cosa, ¿verdad? ¡Sol por agua!, proponen gallegos, asturianos, cántabros y vascos. Propongo yo que propongan, vamos.
El agua se ha convertido en un problema económico como otro cualquiera, y ya era hora. Valencia y Murcia han hecho muchas, muchísimas urbanizaciones, para todos los precios, y tienen, además, una agricultura muy rentable. Resultaría lógico que si no tienen el agua que necesitan para sus negocios, que la paguen. Es bien simple.
Porque el agua de España, si con ella se sostienen urbanizaciones insostenibles con las que se gana dinero, y ricas huertas exportables, resulta claro que no es, que no puede ser, para todos los españoles. Las regiones menos ricas pero con más agua podrán ganar dinero con el agua que pudiera sobrarles. Valencianos y murcianos podrían pagar, además, con naranjas. ¡He aquí una buena solución y un bello eslogan! ¡Agua por naranjas! ¡Naranjas para Castilla La Mancha! Otra cosa sería que no hubiera naranjas, y sí pobreza y sed, pero no es el caso.
El agua que a veces tienen que traer los catalanes del Ródano ¿es gratis? Naturalmente que no. Los franceses cobran por ello, no porque sea un derecho nacional, sino simplemente por-que la tienen. ¿Se ha de cobrar por el agua cuando viene de fuera de la demarcación estatal y ha de obtenerse gratis si viene de dentro? ¿Por qué?
Además, ¿a qué viene reclamar cuestiones nacionales, cuando ahora todas se tratan como cuestiones regionales –lean “autonómicas” los estrechos o cursis- consideradas como soberanas? ¿Por qué Valencia pide agua a España al tiempo que se niega a obedecer al Tribunal Supremo y al gobierno español que le obliga a respetar el antiguo y patrimonial barrio amenazado por la culminación de una ancha calle? ¡A las duras y a las maduras, señores! Lo demás es trampa políticamente deshonesta
Que las provincias ricas –léase “regiones”, “naciones” o “imperios”, a elegir-y que pasan supuesta sed paguen el agua que necesitan para sus negocios. Si la cosa fuera de supervivencia, otros razonamientos podrían emplearse. Ya se vería entonces.
¡Agua por naranjas!
jueves, 14 de enero de 2010
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