viernes, 29 de enero de 2016

LA “CIUDAD DE LA JUSTICIA” DE MADRID EN EL BARRIO DE ARGÜELLES.
UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD



Como es bien conocido por todos, la llamada “Ciudad de la Justicia” de la Comunidad de Madrid ha fracasado, y probablemente para bien. Tanto la muy insensata localización junto a la Terminal 4 del Aeropuerto de Barajas, simbólica y funcionalmente equivocada, como la disposición de edificios cilíndricos repetidos, producto del concurso celebrado al efecto, eran errores demasiado graves para ser olvidados. Pero, como dicen, no hay mal que por bien no venga: en esta ocasión, la crisis económica ha hecho fracasar algo que no tenía sentido. Resulta necesario aprovechar positivamente la situación creada.

Pues la “Ciudad de la Justicia” debería estar necesariamente en la ciudad tradicional; esto es, en la ciudad central. Si no, ni sería ciudad ni sería justa. Ni tendría la situación que se necesita para bien de todos, ni la posición simbólica que obligadamente debe ocupar y que merece para sí misma. Y, por lo tanto, está bien claro que no puede de ser de nueva planta. Necesita aprovechar y transformar edificios y lugares centrales, que son lugares ya usados, que ya existen.

Pero si se observa la ciudad capital con mediana atención, se podrá ver que en el barrio de Argüelles-Chamberí hay algunos edificios oficiales que están abandonados, que están vacantes o medio vacantes, que están poco utilizados. O cuyo uso es indebido, en realidad, lo que se verá enseguida si ello examina correctamente.

El primero y más claro de todos los sitios disponibles para lo que nos interesa es el antiguo Hospital del Ejército de Tierra (de cuyo antiguo nombre no quiero acordarme), que ocupa una manzana completa de la cuadrícula del ensanche madrileño en el barrio de Argüelles, la definida por las calles de Joaquín María López (por donde tiene la entrada principal), Isaac Peral, Donoso Cortés e Hilaríón Eslava. Está cerrado y abandonado desde hace bastantes años, aunque hay un pequeño volumen en esquina (la de Isaac Peral / Donoso Cortés) que permanece ocupado, si bien esto parece más un “marcaje territorial”, diríamos, tan simbólico como pícaro, que una situación del todo realista. También hay una parte considerable de la manzana que está vacía, pues lo estuvo siempre, y que podría acabar de edificarse, si fuera necesario. Y la fachada principal, como está en una de las calles estrechas, podría cambiarse y abrirse de nuevo a la calle de Isaac Peral, la más ancha e importante, con el fin de dar al edificio una representatividad oficial mayor. Es ésta del antiguo Hospital una de las oportunidades más claras, si no la que más, al tratarse un edificio estatal vacante, abandonado, y ya desde hace bastantes años.

Pero, yendo desde él en dirección al Este, y a menos de diez minutos andando de la manzana señalada, en la gran calle de Cea Bermúdez, se encuentra el edificio y el complejo de lo que fue “Parque Móvil” de los ministerios civiles, organización oficial al parecer superviviente todavía, pero hoy obsoleta y en desuso, que semeja estar ocupado sólo en parte; esto es, que tiene todas las trazas de estar medio abandonado. Ocupa un frente que es casi una manzana por Cea Bermúdez, pero su enorme complejo es de dos manzanas continuas en profundidad y en el sentido perpendicular a esta calle principal. Su importante presencia en la calle de Cea Bermúdez, su empaque oficial, su grandísimo tamaño y su capacidad de transformación le hacen un excelente candidato a convertirse en uno de los nuevos “Palacios de Justicia”. Ya llevamos, pues, dos monstruos oficiales, abandonados o medio abandonados.
Ahora bien, el candidato más importante para nuestros fines, a menos de 5 minutos andando del antiguo Hospital militar, es el gran edificio de estilo neo-austríaco que fue el Ministerio del Aire durante la pasada dictadura, el que se convirtió en cuartel general del Ejército del Aire ya en la democracia, al instituirse el Ministerio de Defensa, y que ocupa solemnemente la plaza de la Moncloa, con una superficie de una manzana en dirección hacia el paseo del Pintor Rosales, pero de más de una en dirección al Sur. Su uso es, ahora ya, completamente indebido, pues su situación y su presencia –acaso idóneos en tiempos de la dictadura militar y para los fines de aquélla- son hoy inadecuados, casi ofensivos, en realidad. Y el enorme e innecesario tamaño del complejo deja en ridículo el del edificio dedicado al Ejército de Tierra, en Cibeles, y el de la Marina, en el paseo del Prado. Cuando el gobierno de la democracia suprimió los tres ministerios militares franquistas para sustituirlos por uno solo, el de Defensa, adjudicó otra sede al ministerio –la del antiguo departamento de Información y Turismo, y luego de Cultura, en la prolongación de la Castellana-, pero les dejó los edificios antiguos, como sedes propias, a los tres ejércitos. Una compensación importante, desde luego, no fuera que los sables empezaban a blandirse. Pero una cierta cobardía civil, también. Y explicable acaso por las circunstancias políticas de entonces, pero hoy ya no.

Antes de pensar, amigo lector, que resulta imposible siquiera pensar por un momento que este edificio y este complejo sean cedidos por la administración central para pasar a ser la parte más importante de la nueva “Ciudad de la Justicia” de la Comunidad de Madrid, considérese simplemente lo que ocurriría si el actual letrero de “Ejército del Aire” se cambiara por el de “Palacio de Justicia”. Este cambio de leyenda contradeciría frontalmente el conocido dicho, pues demostraría que, a veces al menos, valen más unas pocas palabras que mil imágenes. El letrero nuevo sería capaz de rescatar al edificio todo, incluso daría un cierto y nuevo sentido a su rancia arquitectura franquista, tonto despropósito figurativo de posguerra, que pasaría precisamente a tener algún valor al ser dotada con el nuevo uso. Nada más adecuado para una arquitectura algo trasnochada que el rancio empaque debido a un Palacio de Justicia. Es lo que en arquitectura llamamos carácter. A pesar del Arco de Triunfo, la llegada a Madrid por la A-VI, quedaría democráticamente rescatada, para siempre, mediante este feliz letrero nuevo. Y la gran cabida del complejo daría lugar a la parte principal y más importante de la “Ciudad de la Justicia”, convenientemente situada.

Con esta importante cesión, al Ejército del Aire se le puede ofrecer la oportunidad de demostrar su patriotismo y su generosidad, renunciando democráticamente a un privilegio que hoy resulta indebido tanto en sí mismo como al haber procedido de la dictadura. Puede buscarse un cuartel general en otra parte, más pequeño y apropiado, como lo son los cuarteles generales de Tierra y de Marina, muy bien situados en la ciudad, pero mucho más reducidos, como ya se ha dicho. Si no se encontrara mejor lugar, el Ejército del Aire podría ocupar los edificios hoy judiciales de la plaza de Castilla, que son entre todos de gran tamaño, que se prestarían con sencillez a importantes reformas y que están bien situados.

Sea como fuere, esta cesión resultaría fundamental, y no debería ser tan difícil como puede suponerse al tratarse, en definitiva, de bienes del Estado. La transformación del complejo militar mediante el simple letrero de “Palacio de Justicia” podría completarse, si se quiere, y simbólicamente, con la transformación del Arco de Triunfo, también mediante letreros. Las franquistas y áulicas frases en latín, hoy existentes en el arco –y que solo algunos personajes raros miramos y entendemos-, podrían sustituirse y neutralizarse con total sencillez. Llegando desde fuera, el arco podría tener un gran letrero que dijera, simplemente, “Madrid”, anunciando así la presencia de la ciudad capital en la que se está entrando y no el triunfo de los nacionalistas en la guerra civil. Desde el otro lado debería decir, también con simplicidad, “Ciudad Universitaria”. Ha de recordase al respecto que la construcción del arco fue el intento simbólico de apropiación franquista del importante y cualificado recinto universitario madrileño, fundado por la monarquía, construido por la república, y bombardeado sistemáticamente por el ejército rebelde desde la Casa de Campo. Estas transformaciones tan sencillas y baratas serían, también simplemente, maravillosas.

Tercer monstruo, el anterior, pero, sigamos todavía. A menos de dos minutos andando del complejo del Ejército del Aire, contiguo a éste en el propio Paseo de Moret, se encuentra lo que fue en su día el cuartel del Regimiento nº 1, “Inmemorial del Rey”, hoy ocupado, a juzgar por un letrero, por el Archivo o Servicio Histórico del Ejército de Tierra. Es otra manzana completa, y en este caso con posibilidad de ampliación y de sencilla reforma. Este “Servicio Histórico” puede ocupar sin problemas otro lugar. Por ejemplo, hay en el Paseo de Delicias otra manzana completa del Ejército, antes la Farmacia Militar, que está hoy abandonada y disponible. Ahí podría ir también el Ejército del Aire, pues tiene empaque y es grande, aunque no sea tan buena la situación urbana. Pero, en resumen, cuarto enclave importante, pues, para la nueva “Ciudad de la Justicia” de Madrid, esta manzana del Paseo de Moret, tan cerca de todo lo demás.

Y aún hay otro importante y quinto lugar, a 10 minutos andando del edificio del Ejército del Aire. Es la manzana, también militar, y que también parece abandonada, o medio abandonada, al menos (hay un pequeño letrero, con el escudo del Estado, y el titulo de “Ministerio de Defensa”, sin otra indicación, y no se ve actividad alguna nunca). Está situada entre las calles de Serrano Jover, de la Princesa y del Seminario de Nobles. La parte que da a la calle de la Princesa es un edificio clasicista, de baja altura, pero de gran empaque, y que debe tener bastante tamaño en planta y posibilidades de ampliación. Hay otros edificios, de arquitectura distinta, dando a las otras calles. Como todos los demás, el lugar no puede ser mejor. Y es el quinto enclave posible, el quinto monstruo estatal abandonado.

Entre todos ellos cabe, sin duda, la nueva “Ciudad de la Justicia”. Probablemente sobre sitio, en realidad. Y si se creyera que no cabría no nos ha de quedar duda de que, o bien se trataría de algo que se puede resolver con suma facilidad; o bien de que, por el contrario, es algo que no ha de ser resuelto por ser en realidad vicioso. Pues conviene no exagerar.

Cinco lugares, del tamaño de una manzana completa cuando menos, todos ellos en el barrio de Argüelles-Chamberí, todos ellos bastante cerca unos de otros. Y todos ellos con gran empaque arquitectónico y representativo, y con excelente situación urbana, completamente central, y absolutamente bien comunicados. Hay cuatro estaciones de metro próximas a estos cinco enclaves, que sirven a cuatro líneas diferentes de la red suburbana.

La “Ciudad de la Justicia” así resuelta tendría toda clase de ventajas: urbanas, simbólicas, funcionales,….. Conseguirlo sería un verdadero triunfo para la administración de la Comunidad de Madrid y para el propio Estado. Un verdadero triunfo para la ciudad capital y, así, para sus ciudadanos y para toda la sociedad española.
En estos tiempos de cambio, acaso bien difíciles, pero no exentos de grandes esperanzas, no estaría de más que se acometieran con acierto y ambición cuestiones políticas prácticas, importantes e indudables, como es ésta. Estaríamos, realmente, de enhorabuena.

(Publicado en el periódico "Ahora", 5-11 de febrero de 2016)

1 comentario:

  1. Buena reflexión, aunque de realización imposible en el país del pelotazo.

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