domingo, 25 de marzo de 2012

TAMBIEN HA MUERTO MANUEL DE SOLÀ-MORALES

Manuel de Solà-Morales Rubió, catalán nacido en Vitoria en 1939, ha fallecido en Barcelona en el pasado febrero a la edad de 73 años. Manuel era hijo de un arquitecto barcelonés, catedrático de construcción de la Escuela, y hermano mayor de Ignacio, también arquitecto y también catedrático, en su caso de composición. Y también desgraciadamente fallecido, pero de modo mucho más prematuro, en 2000. Manuel estudió arquitectura, en Barcelona, pues era lo que le parecía que le acercaba más al objeto de su más alto interés, la ciudad. Fue luego discípulo de Ludovico Quaroni en Roma y de Josep Lluis Sert en Harvard. Y fue así arquitecto y urbanista. O, mejor debiéramos decir quizá, arquitecto de edificios y de ciudad, de ciudades. En la enseñanza fue catedrático de Urbanística de la Escuela de Barcelona, su Escuela, quizá el mejor de España, o, desde luego uno de los mejores. Y quien dice de España dice mucho. De su misma Escuela fue también director, más o menos al final de su vida académica. Fue igualmente profesor visitante en numerosas y reconocidas Escuelas de Arquitectura en Europa y América.

Así, pues, era arquitecto de edificios y de diseños urbanos, y autor de numerosos y magníficos artículos y libros. En Barcelona hizo, entre otras cosas, el Moll de la Fusta, en la orilla del mar; y, con Moneo, el gran edificio de la Illa Diagonal, donde arquitectura y ciudad se funden, aunque no sea más que por el tamaño. Influyó con proyectos y obras, y con sabio consejo, en las transformaciones recientes de Barcelona, e hizo numerosas obras de arquitectura y de diseño urbano en España y fuera de España (Alemania, Holanda, Bélgica, Portugal, Italia). Su obra ha recibido numerosos premios.

Perteneció a la redacción de la prestigiosa revista “Arquitecturas bis”, dentro del consejo de redacción capitaneado por Oriol Bohigas y por Rosa Regás, y compuesto por él, por Federico Correa, Rafael Moneo, Lluis Domènec, Tomás Llorens y Heliodoro Piñón. Fundó además la revista “UR” dentro del Seminario de urbanismo de la Escuela catalana, que también fundó y dirigió.

Quizá podamos decir que su trabajo y su figura toda están muy bien definidos por la creencia en, y el cultivo de, la unión entre arquitectura y urbanismo como partes insoslayables de una misma cuestión, como pareja de protagonistas de un mismo argumento; esto es, de la mejor invención humana que han visto y verán los siglos: la ciudad. Lo que más amaba.

Quien esto escribe tuvo la fortuna de conocerle y de tener con él una cierta amistad. Por eso recomienda sus libros y, también, la entrevista que publicó la revista Arquitectura COAM en 2008. Es un buen testimonio de su atractiva personalidad.

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